Como la Biblia se muestra tan unánime en presentar a Cristo como Dios verdadero, desde las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento hasta el Apocalipsis, los traductores de la Biblia del Nuevo Mundo muestran una verdadera manía en detectar cualquier pasaje sospechoso, apresurándose a modificar el texto para ajustarlo a su menguado concepto de la persona de nuestro Señor Jesucristo.
Reducen a Cristo a poco más que un hombre
Notemos dos detalles en el conocido salmo mesiánico 110. Todas las biblias, en diversos idiomas, que hemos consultado, traducen: «Tu pueblo, serálo de buena voluntad (o se te ofrecerá voluntariamente) en el día de tu poder.» Pero la Biblia del Nuevo Mundo dice: «Tu pueblo se ofrecerá de buena gana en el día de tu fuerza militar.»
Como si el poder del Mesías divino tuviera que depender de fuerzas militares humanas, cuando leemos que las armas serán suprimidas (Isaías 2:3), porque ya no serán necesarias, y los hombres «no se ensayarán más para la guerra.».
En el versículo 4 del mismo salmo traducen: «Jehová ha jurado, y no sentirá pesar. ¡Tú eres sacerdote hasta tiempo indefinido.» En todas las Biblias leemos: «Tú eres sacerdote para siempre.» Pero los tristemente llamados «Testigos de Jehová», que no creen en la divinidad esencial de Cristo, hacen del Mesías una especie de gobernante y sacerdote condicional, cuyo cargo parece como si no se atrevieran a decir que será para siempre, sino por tiempo indefinido. Cual si dudaran de la misma lealtad de Jesucristo al Dios soberano. Pero la palabra es: OLAM, que significa eternidad, según nos informan autoridades en hebreo, de raza israelita.
Separan, contra toda regla gramatical, la persona de Dios de la de Cristo
«Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo» leemos en Tito 2:13. Los llamados «Testigos de Jehová» traducen así este texto: «Mientras aguardamos la feliz esperanza y la gloriosa manifestación del gran Dios y de nuestro Salvador Cristo Jesús» (VNM).
Pero añadir «del» antes de «Salvador» es una interpolación ideada para alterar sustancialmente el sentido, pues las escrituras griegas afirman textualmente: «tou megalou Theou kai Soteros emon Christou Iesou»; es decir, exacta y fielmente: «del gran Dios y Salvador». El artículo no se repite delante de «Salvador».
«Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra» (2.a Pedro 1:1).
La versión Nuevo Mundo traduce este versículo: «Simón Pedro, esclavo y apóstol de Jesucristo, a los que han obtenido una fe, tenida en privilegio igual a la nuestra, por la justicia de nuestro Dios y del Salvador JesuCristo.»
Aquí vemos la misma alteración observada en Tito para separar también lo que va unido en el original. El texto griego dice así literalmente: «tou Theou emon kai Soteros Iesou Christou»: «del Dios nuestro y Salvador Jesucristo». Por consiguiente, es más conforme a la gramática griega traducir: «de nuestro Dios y Salvador Jesucristo», pues el artículo tampoco es repetido aquí delante de «Salvador». Por otra parte, ¿por qué los traductores de la versión Nuevo Mundo no pusieron «del» entre corchetes, delante de la última cláusula, «Salvador Jesucristo», según exigía el respeto al texto griego literal, del que dicen querer hacer gala en su Prólogo de dicha traducción? (La misma falta de honradez notamos en el «de» de Tito.)
Fórmulas semejantes se encuentran también en 2.8 Pedro 1:11; 2:20 y 3:18, que la versión Nuevo Mundo traduce correctamente: «el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo»; «un conocimiento exacto del Señor y Salvador Jesucristo»; «el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo». ¿Por qué, pues, si en estos tres casos tradujeron bien, no lo hicieron igual en el v. 1 del cap. 1 de esta misma carta de Pedro? Porque en estos últimos casos los dos títulos se refieren a Jesús y no le unen e identifican con Dios, como en los casos anteriores.
En cambio, en el texto original del primero se afirma con toda claridad la identidad de naturaleza de Dios y de Cristo cuando se lee según la traducción correcta del griego. El mismo caso se da en 2.8 Pedro 1:1, donde leemos «Por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo», y de nuevo los «Testigos» añaden un «del» que no existe en el original griego entre las palabras «Dios y Salvador».
Suprimen la gloria de Cristo
El apóstol San Pablo escribe: «En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios» (2.a Corintios 4:4).
Los «Russellistas» no quieren que Cristo tenga gloria, y en su Traducción del Nuevo Mundo vierten este texto así: «entre quienes el dios de este sistema de cosas ha cegado las mentes de los incrédulos, para que la iluminación de las gloriosas buenas nuevas acerca del Cristo, que es la imagen de Dios, no resplandezca a través (a ellos).
Pero el original griego dice: «ton photismon toa euaggeliou tes doxes too Christou»: «el resplandor del Evangelio de la gloria de Cristo».
Cristo mismo afirma su gloria al decir: «Ahora, pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese... Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado» (Juan 17:5 y 24).
Suprimen la adoración al Señor Jesucristo
«Y cuando entraron en la casa vieron al niñito con María su madre, y, cayendo, le rindieron homenaje» (Mateo 2:11. VNM). «y cuando lo vieron le rindieron homenaje, mas algunos dudaron» (Mateo 28:17. VNM). «Entonces dijo él: Pongo fe en él Señor y le rindió homenaje» (Juan 9:38. VNM).
El apóstol Juan ratifica' esta igualdad divina que hace que Dios y Cristo sean uno en esencia, cuando escribe: «.Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y' nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna»: «out os estin ho alethinos Theos kai zoe aionios» (1.a Juan 5:20).
Pero también los «russellistas» han tergiversado maliciosamente este texto al traducir: «Pero nosotros sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado capacidad intelectual para que adquiramos el conocimiento del verdadero. Y estamos en unión con el verdadero, por medio de su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y vida eterna» (VNM).
La expresión «unión con» es otra interpolación injustificada, tampoco señalada con los corchetes. Y la frase «por medio de» cambia el sentido exacto del texto original, porque la preposición griega «en» que aquí se usa, por el contexto, significa «en», y en consecuencia no es correcto darle el valor de «dia» (“por medio de”)
Sin embargo, a pesar de todos sus errores y deficiencias, la Traducción del Nuevo Mundo termina aquí afirmando literalmente que Cristo es Dios: «Este (Jesucristo) es el Dios verdadero y vida eterna» [1]
En estos textos aparece la palabra “prosekunesan” o “prosekunesen”, aplicada a Cristo, que la versión Nuevo Mundo ha vertido –deliberadamente- por “rendir homenaje”, cuando el vocablo original griego significa primordialmente: “adorar arrodillándose”, porque la expresión “proskuneseis”, literalmente, tiene el sentido de indicar un encorvamiento del cuerpo.
En cambio, en Mateo 4:9 (“proskuneses”), Lucas 4:8 (“proskuneseis”), Juan 4:20 (“proskunein”), aplicado a Dios, y Hebreos 1:6 (“proskunesatosan”), aplicado a Cristo, se han traducido correctamente dichos términos por “adorar” y “adoren”.
La razón de estos cambios malintencionados es obvia: los traductores de la versión Nuevo Mundo no quieren reconocer que Cristo recibe la misma clase de adoración que se tributa a Dios. Dios autoriza la adoración divina de Cristo. Por eso en Juan 5:23 leemos: «para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió».
Lamentablemente, también aquí los «Testigos de Jehová» han alterado el sentido del texto, introduciendo una partícula que parece insignificante: «para que todos honren al Hijo así como honran al Padre». Leído superficialmente se diría que el significado es idéntico; pero si se observa bien la traducción se verá que no dice lo mismo y notaremos en seguida la diferencia: la partícula «así», interpolada en la versión Nuevo Mundo, desvirtúa la identidad de adoración debida a ambas Personas.
No quieren que Cristo sea la fuente de la vida
«por medio de él (el Verbo) era vida, y la vida era la luz de los hombres» (Juan 1:4. VNM).
El texto original griego dice: «en auto zoé en»: «en El estaba la vida», o más literalmente: «en El (la) vida era».
La primera palabra griega (“en”) significa aquí”en” o “entre”; pero no “por medio de”, que no aparece en nuestro versículo. La expresión original indica, pues, que el Verbo no es un mero transmisor de la Vida (como pretenden hacer creer los “Testigos” con su traducción), sino que la posee “en” Sí mismo.
La misma idea vemos en Juan 5:26: «Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo.» «Yo soy la vida», dice Cristo. «Matasteis al Autor de la vida», dijo Pedro. «Cristo, vuestra vida», escribió Pablo. Por lo tanto, Cristo es la fuente de la vida y El es también quien la sustenta (Hebreos 1:3) [2]
Desvirtúan la identidad divina existente entre el Padre y el Hijo
“De modo que la Palabra vino a ser carne y residió entre nosotros, y tuvimos una vista de su gloria, gloria como la que pertenece a un hijo unigénito de parte de un padre; y estaba lleno de bondad inmerecida y verdad” (Juan 1:14 VNM).
Las frases que hemos impreso en letra redonda no se hallan en el texto original griego; son interpolaciones para modificar el verdadero sentido. El versículo debe decir textualmente “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como de unigénito de Padre), lleno de gracia y de verdad.”
Asimismo, la versión Nuevo Mundo vierte Juan 7:29 así: “Yo lo conozco porque soy representante de parte de él, y Aquél me envió”.
Aquí los traductores han interpolado la palabra “representante” con objeto de implicar subordinación personal de Cristo con respecto al Padre.
Sin embargo, el texto griego original dice exactamente: “Yo conozco a El, porque de junto a Ël soy y Aquél me envió”. Es decir: en este versículo se afirma claramente la identidad divina existente entre el Padre y el Hijo.
Mencionemos ahora otros tres versículos más que la versión Nuevo Mundo traduce igualmente mal para disminuir la fuerza del original griego, que claramente revela también la perfecta identidad del Hijo con el Padre: Juan 10:38 y 14:10-11.
«Pero si las hago (las obras), aun cuando no me crean a mí, crean las obras, a fin de que lleguen a saber y continúen sabiendo que el Padre está en unión conmigo y yo estoy en unión con el Padre.» «¿No crees que yo estoy en unión con el Padre y el Padre está en unión conmigo? Las cosas que les digo a ustedes no las hablo de por mí; sino que el Padre que permanece en unión conmigo está haciendo sus obras.»
«Créanme que yo estoy en unión con el Padre y el Padre está en unión conmigo.»
La traducción del Nuevo Mundo ha interpolado «unión con», que no se halla en los textos griegos. Literalmente, el griego original dice: «en emoi ha Pater kago en to Patri»: «en mí el Padre y yo en el Padre» (Juan 10:38); «ego en to Patri kai ho Pater en emoi»: «yo en el Padre y el Padre en mí» (Juan 14:11).
Veamos otro botón de muestra:
«Presten atención a ustedes mismos y a todo el rebaño, entre el cual el espíritu santo los ha nombrado superintendentes para pastorear la congregación de Dios, que él compró con la sangre del (Hijo) suyo» (Hechos 20: ?8. VNM).
Aquí los traductores de la versión Nuevo Mundo han hecho varios arreglos. Han escrito “espíritu santo” en minúscula; han sustituido la palabra griega «episkopous», «obispos», por el término «superintendentes»; han cambiado el vocablo «ekklesian», «iglesia», por la expresión «congregación». Y, finalmente, han añadido la interpolación «Hijo», encerrando esta vez la inserción entre corchetes; pero, lejos de complementar el sentido del texto para una mejor comprensión del mismo, modifica totalmente el significado del original, porque el griego dice: «tou aimatos to idiou», es decir, exactamente: «de la sangre (la) propia», haciendo alusión a Dios.
Ahora bien: Dios es Espíritu, y como un espíritu carece de sangre, es evidente que el texto únicamente puede referirse a Cristo, el cual, al ser Dios hecho Hombre, tuvo sangre humana en virtud de su encarnación.
Niegan que Cristo sea Dios bendito sobre todas las cosas.
Los «Testigos de Jehová» vierten Romanos 9:5 así: «a quienes pertenecen los antepasados y de quienes (provino) Cristo según la carne: Dios, que está sobre todos (sea) bendito para siempre. Amén».
Con la interpolación «sea», que no se encuentra en el griego, se cambia por completo el sentido del original, que dice «ho on», y es participio del verbo ser, que, como ya sabemos, significa: «el que es» o «el siendo», expresión que aquí aplica a Cristo la divinidad.
Amañando de este modo el texto con sutileza diabólica, 103 «russellistas» pretenden que el versículo diga una cosa muy diferente y aun contraria de lo que afirma el griego. De esta manera, pues, la traducción del Nuevo Mundo consigue transformar el atributo de Cristo en una oración exclamativa, independiente del texto, con objeto de que, al anular así la relación atributo-sujeto, que aparece claramente en el griego entre Dios y Cristo, el lector no atribuya a Cristo la deidad que el original le confiere.
El texto griego dice: «ho on epi panton Theos eulogetos eis tous aionas, amen»: «el siendo, sobre todas (las cosas), Dios bendito por los siglos, amén». Asimismo, nuestros textos recibidos están de acuerdo con el griego del «The Emphatic Diaglott», en cuyo original de Romanos 9:5 también se afirma que Cristo es Dios digno de alabanza.
Sustituyen el nombre Señor por Jehová para despojar a Cristo de su Señorío
La palabra griega «Kurios» , «Señor» (que en hebreo es «Adonai») , se usa en el Nuevo Testamento para referirse a la Deidad, sea hablando del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo; aunque, preferentemente, se aplica a Cristo. «Adonai», literalmente es en hebreo «Mis Señor»; de «Adon», Señor, y «ai» , Mis. Y aunque se traduce o pronuncia en singular, esta expresión significa «Mis Señores». El detalle no deja de ser curioso, porque si bien es verdad que algunos ven aquí un plural de plenitud, fuerza y poder, o un plural de intensidad semítico para recalcar enfáticamente la idea trascendental de la Divinidad como quien encierra en sí la plenitud del ser y de todos los atributos, también es cierto que, al parecer, se trata de un plural que incluye la trinidad de Personas divinas, pues el plural de majestad era desconocido entre los hebreos y sólo fue transmitido más tarde como propio de los reyes persas y griegos.
«Kurios» es un adjetivo que significa tener poder o autoridad, y es usado como nombre. También tiene el sentido de dueño. En Lucas 19:33-34, por ejemplo, se habla de los dueños del pollino y del Dueño: en griego «kurioi» y «Kurios».
En Lucas 8:39 leemos: «Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.»
En este pasaje Cristo asume el título de Señor (Dios) según el contenido del Antiguo Testamento. Véase también - el salmo 66:16. Ambos pasajes son paralelos.
Este pasaje lo traducen los testigos correctamente porque pueden darle explicación de que Dios hacía los milagros por medio de Jesús, no que Jesús fuese Dios. Ahora bien, en los 14 primeros versículos del capítulo 14 de la Epístola a los Romanos, en los textos originales aparece 9 veces el vocablo «kurios», «Señor», aplicado a Cristo. El versículo 9 nos da la clave de todo el contexto. Pero está más que demostrado que los «Testigos de Jehová» son expertos en falsificaciones bíblicas; porque los traductores de la versión Nuevo Mundo han sustituido aquí ocho veces el término «Kurios» por el nombre Jehová. (El lector puede hacer de por sí la debida comprobación.) Es un artificio satánico para despojar a Cristo de su Señorío, ya que en los Evangelios los apóstoles llamaban constantemente Señor a Jesús, y no les conviene que el mismo título se encuentre aplicado instintivamente a Dios y a Jesucristo. Sin embargo, ¿por qué los «russellistas» han vertido correctamente el último versículo? Veamos lo que dice el texto: «Yo sé y estoy persuadido en el Señor Jesús de que nada de sí mismo es contaminado» (Romanos 14:14. VNM). ¿Qué habría dicho este versículo si los «Testigos» hubieran prolongado hasta aquí su táctica de sustituciones? «Yo sé y estoy persuadido en el Jehová Jesús de que nada de sí mismo es contaminado.» (Y esto de ningún modo les convenía).
Comparemos ahora Romanos 10:9 y 13. «Porque todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo» (v. 13. VNM). El texto griego dice «Kuriou», «Señor». Tal vez esta traducción pudiera justificarse alegando que se trata de una cita del Antiguo Testamento, Joel 2:32, y allí, en efecto, aparece el nombre de Jehová en el original hebreo.
Pero, en cambio, la Traducción del Nuevo Mundo vierte el v. 9 así: «Porque si declaras públicamente aquella palabra en tu propia boca, que. Jesús es Señor, y ejerces fe en tu corazón en que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvado.»
El griego pone, efectivamente, “Kurion”, «Señor». ¿Por qué aquí los «Testigos» han respetado el original? La razón es obvia: para eludir el compromiso de verse obligados a traducir: «Porque si declaras públicamente aquella palabra en tu propia boca, que Jesús es Jehová...»
Además, salta a la vista, según estos textos, que si para salvarse hay que invocar el nombre del Señor, título reverente que los escritores sagrados confieren a Jehová, y luego vemos que ese Señor resulta ser también Jesús, por cuanto el mismo título divino le es aplicado igualmente a El, ¿no equivale esto a reconocer claramente que ambos son iguales, puesto que de otro modo no podrían compartir idénticos atributos, exclusivos de la Deidad?
El apóstol Pablo enfáticamente nos dice: «Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo» (1.a Corintios 12:3). Y afirma también en Efesios 4:5 que tenemos un solo Señor. ¿Por qué, pues, los russellistas le niegan ese título? El que no honra al Hijo no honra al Padre -nos dice Jesucristo mismo (Juan 5:23)-. ¿Por qué? Porque El conocía y sabía mejor que los russellistas la profunda identificación entre ambas personas divinas en el seno de la divinidad única y esencial, ello es lo que le hace exclamar: «Yo y el Padre una cosa somos» (Juan 10:30).
Hacen del Creador una cosa creada
Un cúmulo de interpolaciones en cadena se han introducido en el primer capítulo de la Epístola a los Colosenses para negar la divinidad de Jesucristo. Es verdad que aquí los traductores de la Versión Nuevo Mundo han colocado las palabras añadidas entre corchetes. Pero dichas interpolaciones tienen como finalidad cambiar el sentido del original:
“porque por medio de él todas (las otras) cosas fueron creadas en los cielos y sobre la tierra, las cosas visibles y las cosas invisibles, no importa que sean tronos, o señoríos, o gobiernos, o autoridades. Todas (las otras) cosas han sido creadas mediante él y para él.” (Colosenses 1:16 VNM).
Según esta traducción, Cristo no sería Dios, porque lo consideran una cosa creada con anterioridad a “(las otras)” cosas. Pero estas dos palabras “las otras” no se hallan en el original texto griego. Esta expresión se encuentra intercalada cinco veces hasta el versículo 20 y está en abierta contradicción con Juan 1:3, 1ra Corintios 8:6 y Hebreos 2:10.
Con razón San Agustín ya argumentaba en su Tratado I sobre Juan de esta manera: “Si el Verbo de Dios fue creado, ya no fueron creadas por él todas las cosas. Y si otro Verbo, no creado, lo creó, éste es el verbo de Dios que se encarnó.
Pero el manifiesto propósito de los testigos de Jehová de tergiversar la Palabra de Dios según su conveniencia, llega al colmo cuando en su libro “Qué ha hecho la religión para la Humanidad?” transcriben estos mismos textos sin separar con corchetes las palabras añadidas, para así hacer creer al confiado que se trata de una traducción directa y exacta de la Sagrada Escritura auténtica.
Por otra parte, sabemos que en Lógica y Matemáticas hay un principio indiscutible que si “dos cosas son iguales a una tercera, son iguales entre sí”. Es decir: si A es igual a 5 y B es también igual a 5, significa que A y B son iguales entre sí, aunque estas letras en su forma exterior sean aparentemente diferentes.
Trasladando este principio lógico-matemático a lo espiritual, comparemos Isaías 44:24 y Apocalipsis 4:11 con Juan 1:3 y Colosenses 1:16. y tendremos que si, según la Biblia, Jehová creó todas las cosas y el Verbo también creó todas las cosas, matemáticamente significa, sin discusión alguna, que JEHOVÁ Y EL VERBO SON IGUALES EN EL ACTO DIVINO CREADOR. Isaías 43:10-11; 44:6; 45:5, 12, 18, 21-22, y 48:13.
Asimismo, de acuerdo con Juan 1:3, notemos que nada fue creado sin que Cristo lo hiciera. Por lo tanto, Cristo no pudo haber sido creado, sin excepción de ninguna cosa.
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[1] La partícula griega «autos» es pronombre masculino y se refiere siempre al nombre más próximo, en este caso Jesucristo. De haberse referido a Dios el Padre y no al Hijo, el escritor sagrado habría dicho «Aquél» y no «Este». En efecto: según D. Vicente Amat Ortega, el término «autos» es literalmente «Ese_ y significa «lo que acabo de decir». En cambio, el vocablo para «Este» es «ode», significando «lo que voy a decir ahora». De ahí que «autos», «Ese», en este texto se refiera a Jesucristo.
[2] Donde Pedro dice: «matasteis al Autor de la vida», en Hechos 3:15, la versión Nuevo Mundo traduce: «mataron al Agente Principal de la vida», para convertir la causa originadora en un instrumento subordinado. Pero el texto griego dice: «ton de Arkhegon les zoes apekteinate». Y el término «Arkhegon» significa: jefe, fundador, dueño, causante, autor.
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